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Mi experiencia en editorial fue empezando desde cero. Tal vez lo bueno que tiene el trabajar en una editorial pequeña es que tienes que hacer de todo, en todo momento.

Desde carteles hasta newsletters, desde complementar y «jugar» con access y excell hasta editar en Premier Pro y empezar con After Effects, desde tratar con autores hasta sugerir qué «decir» y como mirar a cámara para «vender» un producto.

Ha habido momentos muy buenos con autores que entendían que su producto era su libro, y al mismo tiempo no solo ofrecían su producto «el libro» si no su «marca personal» que ellos mismos eran una marca y de ahí la importancia de «explotar» su momento en internet. Con otros «los pocos» solo entendían de su propio «ego», que no siempre iba relacionado con la cifra de ventas.

Un libro no es solo su contenido, si no va más allá, es la imagen de marca del autor. Cuando un lector lee un libro, está leyendo los pensamientos, experiencias o razonamientos de un autor. Si el libro es bueno, si la experiencia ha sido buena, el consumidor «lector» quiere más.

Si no hay libro, si hay redes sociales donde puedes seguir a tu autor de «moda», puedes ver donde habrá más eventos a los que asistirá el autor, puedes ver los artículos que ha escrito en un medio de publicación, puedes enterarte en que libros ha participado, etc.

El mundo académico en particular y el jurídico en particular fallan en esto.

La idea para celebrar el día del libro, se me ocurrió con una frase de la serie de Barrio Sésamo «solo no puedo, pero con mis amigos sí», que había leído por ahí y que me hacia mucha gracia. No queríamos recurrir al recurso del 10% de descuento, sino hacer algo más. La frase nos dio juego a involucrar a las librerías (nuestros amigos) y que ellas fuesen las protagonistas del día del libro.